Los hábitos lingüísticos que conducen a la productividad empresarial

Consultora Masvale

Lesly Medina Aguirre
Licenciada en Filología
Magister en Comunicación

Expresiones como “hay que”, “debería hacer” y aquellas que incluyen el pronombre “se” son adversas para la productividad y eficiencia empresarial. Averigua cómo transformarlos en palabras asertivas.

El lenguaje crea realidades, y cuando esa realidad es compartida y replicada en los ámbitos laborales es vital que comprendamos y usemos el lenguaje que los objetivos empresariales requieren: producir.

Esta reflexión compartía con mi colega José Cuevas, con más de 25 años de experiencia en el área de gestión de personas, cuando él aportó con un dato certero. “Mi experiencia me dice que los vicios lingüísticos le hacen un flaco favor a la meta anual de las organizaciones chilenas”.

Interesada en la aseveración, le pedí ahondara en la idea. “Si el gerente general de una empresa pide a sus gerentes cumplir la meta anual, y acto seguido dice: ´Ojalá se cumpla la meta este año´. Primero, al decir “ojalá” ya está denotando la desconfianza en su equipo, pues el cumplimiento se lo deja a la suerte. Segundo, la forma verbal “se cumpla” implica que no serán las personas quienes la alcancen, no hay un sujeto.

De esa conversación, surgió este post. Quise contar esta experiencia, porque creo que algunos líderes empresariales y trabajadores se sentirán identificados con situaciones similares a la descrita por mi partner.

Vicios más comunes

A continuación les daré  algunos ejemplos de vicios lingüísticos que no aportan a la eficiencia empresarial y la productividad. Además, encontrarán sugerencias para poner esas expresiones en un lenguaje positivo.

1) Expresiones sin sujeto conocido. Encuentro en el uso de este vicio una evasión de las responsabilidades. Dentro de los más usados, están aquellos enunciados que comienzan con “se” o “hay que”. Ejemplos: “Se tendría que comprar otra dotación de computadores”, “Hay que retirar los materiales de la bodega”.

En ninguno de los dos casos, hay un sujeto conocido o responsable de la acción: ¿quién lo hará?, ¿quién se hará cargo?. Si tomamos en cuenta que en una empresa, todas las funciones tienen un responsable único, los dos ejemplos propuestos no podríamos representarlos en el flujograma de un proceso productivo.

Una forma de enunciar los casos anteriores con responsable conocido: “El encargado del área de Logística es el responsable de comprar la dotación de computadores para el año 2015”, “El administrador designará semanalmente quién retirará los materiales de la bodega”.

2) Verbos con solicitudes indirectas. Acá encontramos expresiones ligadas a verbos que expresan posibilidades, por lo que no hay acciones concretas para evitar repetir errores en la ejecución de tareas. Ejemplos: “Deberían de avisar a tiempo la falla del sistema hidráulico”, “Podrían revisar las etiquetas antes de empaquetar los productos”, “Tendrían que ajustar los tiempos de despacho”.

Todos estos enunciados generan estrés y frustración; además, no implican un aprendizaje incorporado que evite repetir el error. Lo ideal es asignar la tarea a un departamento o entidad responsable y expresarlo con un verbo concreto. Ejemplo: “En adelante, el departamento de mantenimiento avisará inmediatamente las fallas del sistema hidráulico”.

Resumiendo, el lenguaje al interior de las organizaciones chilenas va a ser más productivo si se expresa de manera concreta con un sujeto conocido (responsable), con verbos que se expresen en tiempos concretos (evitar los condicionales: debería, tendría, haría).

Finalmente, invito a los líderes y a los trabajadores a revisar su propio registro lingüístico. ¿Sus expresiones son productivas?, ¿su lenguaje es concreto?, ¿las orientaciones que dan o reciben tienen sujetos responsables? Si requieres ayuda en ese proceso, puedes comunicarte con Masvale Consultores a contacto@masvale.cl.